Veus: Els discutits
Llegia fa unes setmanes al Periódico de Catalunya aquestes dues cartes adreçades al director del diari.
La primera: “Soy un trabajador del Metro de Barcelona que ejerce su derecho a huelga como última medida de presión. Otra cosa son las filtraciones de los responsables de TMB hacia una Barcelona cansada de huelgas, que desconoce los planes de privatización y lo que ello significa en calidad, tarifas, seguridad ferroviaria y condiciones laborales de sus empleados. La falta de personal en estaciones de metro no es un capricho del trabajador, sino una estrategia empresarial, y eso degrada el servicio. La politización en la directiva de TMB consume sueldos escandalosos y después, esa misma directiva nos acusa a los trabajadores, manipulando a la ciudadanía en nuestra contra. Todo lleva al enfrentamiento directo para desgastar a los trabajadores del metro, y si le añadimos el panorama político en el Ayuntamiento de Barcelona, aún se complican más las cosas: necesidad de acuerdos para aprobar presupuestos entre el partido político gobernante en minoría y otros partidos que puedan prestar apoyos para que todo vaya bien a cambio de prebendas en TMB. Es el precio y los trabajadores estamos en medio de todo ello: trueques políticos, privatización y manipulación intencionada. Como colofón, me entristece leer afirmaciones del tipo ‘Estoy de acuerdo con sus reivindicaciones, pero ¿no hay otra forma de quejarse sin perjudicar siempre a los mismos?’, o en las que nos hacen recomendaciones como la de abrir las barreras al pasaje, que acabarían en sanción o incluso despido para el trabajador. Por desgracia, cuando no hay una negociación real, lo único que le queda al trabajador para presionar es la huelga, en toda la extensión de la palabra. No empatizar con ello me remite a esa expresión de guerra entre trabajadores por pérdida de conciencia de clase y, como consecuencia, a una degradación laboral y social ampliamente aceptada, en el sentido de que luchar por evitarlo es sinónimo de molestar a los demás”.
I la segona: “El hombre es el único animal que es capaz de tropezar dos veces con la misma piedra, y tres y cuatro, hasta hacer de un acto único una costumbre casi universal.
Ya van no sé cuantas huelgas de TMB que afectan principalmente al metro en Barcelona y también al autobús. Ambos medios de transporte público, que no son de lujo sino más bien todo lo contrario, no solamente le sirven al jubilado para que visite y recorra de punta a punta su ciudad sino que también prestan un servicio a los trabajadores, a los estudiantes, a las madres que llevan al niño al colegio o al médico, a los padres que van al hospital, etcétera.
No puedo entrar ni salir en las peticiones que realizan los trabajadores de ese colectivo y seguramente tienen sus razones y están en su pleno derecho, pero el abuso de poder del que hacen uso a la hora de paralizar una ciudad durante horas no lo padecen aquellos que tendrían que sufrirlo, sino los usuarios, que son los que pagan sus impuestos. Los mismos que aguantan retrasos, masificaciones, calor, frío…
Un usuario que no entiende que la reivindicación de unos pocos la acaben pagando por partida doble, difícilmente podrá ser lo solidario que debería ser en estos casos.
Al eterno retorno tendríamos que añadir que siempre ‘pagan justos por pecadores'”.
Qui té la raó?. No vull entrar a discutir-ho. No és aquest el meu objectiu. La meva intenció, és deixar palès l’enfrontament, gairebé irreconciliable, en molts casos, entre sectors de la nostra societat. Potser és aquest l’objectiu de qui remena els fils de tot plegat i ja li va bé que convivim dividits i enfrontats.
Quan hi ha vaga, perquè no omplim les avingudes fent costat als vaguistes? Quan ens aturem a qualsevol carretera tallada pels manifestants, perquè no baixem del cotxe i ens afegim a la protesta? Quan voltem pels carrers i ens trobem amb una manifestació justa, en lloc de mirar-nos-la, perquè no ens posem a caminar al seu costat?
Vivim la vida de la porta de casa, cap endins. No ens volem adonar que el món real i els seus problemes, que també són els nostres, cal enfrontar-los de la porta de casa, cap enfora. Estem tan dividits que, a la llista de familiars, parents, amics, coneguts i presentats, caldrà afegir-hi un grup nou: els discutits.
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Jordi Allepuz
Article d’opinió. La REVISTA DE RIPOLLET no es solidaritza necessàriament ni es fa responsable de l’opinió dels col·laboradors